viernes, 6 de febrero de 2009

UNA NOCHE DE COPAS (y el remordimiento del día siguiente)


Para mí, este ha sido un año de mucha diversión nocturna con licor de por medio. He llegado a esa conclusión luego de una larga conversación con una amiga (no con tragos, por si acaso). Hicimos un repaso de las salidas que he hecho a lo largo del año, y nos dimos cuenta de que en la mayoría de ellas hubo un exceso de consumo de bebidas alcohólicas. Si bien uno de divierte cuando toma unos tragos, si esto no se hace con moderación, las consecuencias llegan al día siguiente. Fuera de la vil resaca hay otras cuestiones que también pueden causar otro inmenso dolor de cabeza. Algunos ejemplos.

Billetera vacía: La emoción de estar tomando unos tragos a veces nos lleva a gastar más de la cuenta, y solo nos percatamos de ello al día siguiente, cuando abrimos la billetera y descubrimos que la plata que uno podría usar en una semana, la gastamos en una noche de copas.
El “simpático” que cae pesado: Mi amigo: Es un muy buen tipo, pero es el típico chico que habla de más. Cuando salgo a tomar unos tragos con él, ya sé que puede ser una noche larga y tediosa, sobre todo porque casi siempre se pasa de copas. Cuando esto sucede, he visto cómo puede hablarle a chicas por más de una hora sin parar, y las pobres no saben cómo liberarse de la tediosa conversación. Lo peor es que él no se da cuenta de que aburre.
Los bellos durmientes: ¿A quién no le ha pasado? En el momento más álgido de la noche, cuando más divertidos estaban, de pronto se les apago el televisor y solo recuerdan que los estaban despertando para que se vayan a sus casas (o ya estaban en ellas).
¿Cinco minutos más?: En mis poco menos de 34 años de vida, este debe ser en el que menos he dormido. Hasta el 2007 no era de salir entre semana porque siempre tengo que trabajar muy temprano (y soy de los que tienen que dormir seis horas como mínimo), pero, sin querer queriendo, la cosa cambió en el 2008 y por lo que va en el año, la tendencia se sigue sosteniendo. El problema de eso llega cuando uno tiene que trabajar: es un largo día de sueño.
Se me borró el caset: ¡Qué hice! Esa debe ser la pregunta que muchos se deben hacer cuando se despiertan. Y peor es tratar de reconstruir al detalle la jornada nocturna, y no poder. Lo confieso: yo soy caserito de este punto. ¿Ustedes?